La temporada taurina va llegando a su fin, y con éste, empezamos a paladear los recuerdos, en su inmensa mayoría dulces y bellos, aunque también quedan sabores amargos, crudos pero reales.
Rozar el cielo ó palpar el infierno, son dualidades no tan lejanas la una de la otra, ambas dan sentido a este mundo del toro, sufrido pero agradecido, trágico pero celestial.
En este 1 de Noviembre honramos a todos los santos, aquellos que nos han dejado en cuerpo pero no en alma, aquellos que están vivos en nuestro recuerdo, que nos protejen desde allá arriba.
Toreros, cortadores o ganaderos, ocupan un lugar privilegiado en nuestro particular paraíso taurino.
A todos ellos, el toro les quitó el sueño pero a su vez les permitió seguir soñando, y con la consecución de tales metas, el sentirse realizados, el dotar de transcendencia a sus vidas y de inmortalidad a sus gestas.
Este es el particular homenaje de Casta Castellana a los que nos dejaron y que lucharon hasta el último instante por mejorar este mundillo, nuestra vida, nuestra herencia.
Eternamente ... ¡¡GRACIAS!! Descansen en Paz.